Eran las doce en punto, ya era hora de que preparase la mochila para ir al instituto y me dormiera. Solía levantarme exageradamente inaguantable por las mañanas, por lo que últimamente estaba acostándome temprano.
Bien, mis deberes estaban hechos, mis cuadernos ya estaban en la mochila y yo ya estaba vestida con mi pijama a rayas rosadas lista para irme a la cama deseando tener dulces sueños.
Me metí entre las sábanas y apagué la pequeña lámpara de la mesita de noche.
Apoyé mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos. A los pocos minutos después de intentar caer en sueño profundo, el p*to teléfono comenzó a sonar.
Sin ánimos tiré las sábanas hacia atrás y caminé hacia el aparato que no dejaba de emitir una melodía de felicidad… Era EXTREMA felicidad, a fin de cuentas.. ese tono de llamada solo sonaba cuando ÉL llamaba.
— ¿Si? —Bostecé y caminé con el bendito móvil (sí, el bendito movil, ya no es el p*to) en mano hasta mi cama.
—Hola… —Saludó con voz apagada.
El hecho de escuchar su voz me producía nervios, aún más cuando llamaba a las doce con… dieciseis minutos.
— ¡Justin! —Sonreí por inercia y me volví a tumbar— No esperaba a que llamaras a estas horas.
— ¿Te desperté? Joder perdón… olvidaba tu intento por amanecer de buen humor — Se comenzó a reir de una forma.. bueno.. de su forma.
—Descuida, aún estaba despierta, no me consigo acostumbrar dormirme temprano, estoy en proceso —Carcajeé.
—Y no ayudo mucho a que te acostumbres ¿Verdad?
—¿Tu que crees? —Reí y él solo me acompañó con la suya.
Nos quedamos en silencio, por mi cuenta psicópata fueron exactamente 6 segundos.
—_____, la verdad… necesitaba hablar con alguien —Su tono alegre y vivo, desvaneció.
— ¿QUÉ TE PASA? —Pregunté "un poco" nerviosa , me pusé a mirar las pegatinitas luminosas de estrellas que tengo en el techo de mi habitación.
—Es… Caitlin.
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